Terminada la cena, docenas de criados se apresuraron a limpiar las mesas y retirarlas para ampliar el espacio al centro del jardín. Los bailes reanudarían. El primero lo abrieron los reyes, seguidos por sus hijos y los cortesanos.
- ¿Era completamente necesario venir armado al baile? - se quejó Sofía pues al bailar con su hermano, la espada envainada estorbaba. – no la traías antes del banquete.
- Porque estaba bailando con mamá. – la miró como si fuera lo más obvio del mundo - El ejército está de guardia, es mi deber estar al tanto como ellos.
- ¿Sabes porque el rey lo dispuso así? – siempre se referían a su padre de esa manera – ¿que nunca les da un descanso?
Leonardo se echó a reír y siguieron bailando. Al cabo de un par de piezas, los reyes se retiraron. El rey se acercó a su consejero, que bailaba con Ophelia y lo llevó aparte.
- ¿Dispuso todo tal y como lo ordené?
- Si, su majestad. El ejército se encuentra en filas alrededor del jardín y he mandado a varios guardias a las puertas del castillo. Todo en orden.
- Como lo esperaba... Porcus y Aix en guerra no parece lógico... ¿ha llegado noticia respecto a la razón de las invasiones?
El consejero real negó con la cabeza. El rey miró a su alrededor, después de todo quizás eran solo guerrillas. La mayoría de los invitados bailaban y otros paseaban por las veredas de los jardines contiguos, vastamente iluminados. Sus hijos y Ophelia hablaban con la reina, junto a una fuente.
- Querida, después de que el rey entregue el premio, te presentaré a tu prometido, el príncipe Nicholas de Silia. – dijo la reina tomando la mano de su hija Sofia y ésta asintió en silencio.
Ophelia de pronto recordó que había dejado a su mascota encerrada en su habitación. Era un puerquito que originalmente estaba dispuesto como su cena en año nuevo, pero ella se había negado totalmente a que lo mataran y para asegurarse de que no le pasara nada, se hizo cargo de él pues era apenas una cría. Esto último a escondidas pues dentro del castillo no se permitía tener animales. Tenía que sacarlo o despertaría a los niños.
- Olvidé algo en mi habitación... con permiso – hizo una leve inclinación que los demás respondieron y se fue caminando hacia el castillo, tarareando la música de los bailes.
En ese momento, a una señal del consejero, Veanna se acercó a una plataforma de madera dispuesta al lado de la fuente principal y sonaron las trompetas para anunciar la entrega del trofeo, y un escalofrío estremeció a Sofía. Conocer a su prometido la ponía más nerviosa de lo que quería admitir y seguía sonriendo para disimularlo.
Leonardo la rodeó con un brazo y el otro se lo ofreció a su madre y así se acercaron al rey, que se encontraba de pie sobre la plataforma, con el consejero y la ganadora a su derecha. La reina y sus hijos, se pusieron a su izquierda.
Todos los presentes se acercaron alrededor de la plataforma, el rey alzó los brazos y las trompetas dejaron de sonar. Sonrió y comenzó a hablar.
- Mi querido Ceryle... – se escucharon ruidos de tumulto a lo lejos, los cuervos posados en los árboles cercanos comenzaron a graznar - ...ha llegado el momento cumbre de esta celebración, he de entregar...
El rey dejó de hablar. Ruido de pisadas, espadas y gritos se escuchaban cada vez más fuerte. Varias personas se volteaban para intentar descubrir la fuente del sonido. Y cuando el rey se disponía a tomar la palabra de nuevo, una flecha surcó el cielo y se alojó en su corazón. El monarca se desplomó ante las miradas horrorizadas de todos los ahí presentes. Sofía vio como su padre caía y como su madre se dejaba caer abrazando el cuerpo inerte. Una flecha hirió a la reina por la espalda. Leonardo tomó a Sofía y se tiraron al suelo fuera de la plataforma.
El miedo se apoderó de todos conforme hombres de armaduras con escudos de otro reino se hicieron paso entre el ejército de Ceryle e irrumpieron en los jardines. La gente comenzó a correr, a huir desesperadamente internándose en los jardines del castillo. Gritaban y caían, cuando los alcanzaba una flecha. Los hombres tomaron las antorchas que iluminaban para defenderse y los soldados de Ceryle ya chocaban sus espadas contra los enemigos.
Leonardo desenvainó su espada y se la dio a Sofía. Sus miradas se encontraron y notaron el terror en los ojos del otro.
- Sofi, quiero que vayas por los niños y huyan lo más lejos que puedan – le dijo sujetándola por los hombros.
- No... no quiero irme sin ti – dijo ella entrecortadamente, tenía la espada en sus manos y temblaba de pies a cabeza.
Leonardo le dio un beso en la frente.
- ¡VE POR ELLOS Y HUYE! – gritó empujándola hacia el castillo.
Leonardo se volvió por última vez a ver los cuerpos de sus padres y miró a Sofía correr hacia el castillo, que volteó a verlo una vez más sin detenerse.
Eran al menos doscientos invasores que no mostraban piedad, atacando a niños, mujeres u hombres por igual. Los soldados de Ceryle peleaban y lo hacían también los hombres presentes, armados de cualquier cosa que estuviera a la mano, pero parecía que el ejército enemigo no terminaba nunca. No dejaban de integrarse más y más a la cruenta batalla. Leonardo peleó al lado de los suyos, armándose con la espada de un soldado caído.
Un hombre encapuchado se acercó a Veanna, que seguía de pie en la plataforma, ajena a todo.
- No sabía que esto fuera a ser así... – le reprochó al hombre, que no mostraba su rostro.
Él se acercó a ella y le susurró con voz suave que no permitía contradicciones.
- Limítate a hacer lo que te he pedido... – le dijo al mismo tiempo que le señalaba al consejero real, que corría gritando el nombre de su hija, buscándola desesperado.
La arquera, asintiendo, tensó su arco y disparó. El hombre sonrió complacido cuando lo vio caer. Y en cuanto reparó en los monarcas asesinados, su sonrisa se acentuó.
- ¿Era completamente necesario venir armado al baile? - se quejó Sofía pues al bailar con su hermano, la espada envainada estorbaba. – no la traías antes del banquete.
- Porque estaba bailando con mamá. – la miró como si fuera lo más obvio del mundo - El ejército está de guardia, es mi deber estar al tanto como ellos.
- ¿Sabes porque el rey lo dispuso así? – siempre se referían a su padre de esa manera – ¿que nunca les da un descanso?
Leonardo se echó a reír y siguieron bailando. Al cabo de un par de piezas, los reyes se retiraron. El rey se acercó a su consejero, que bailaba con Ophelia y lo llevó aparte.
- ¿Dispuso todo tal y como lo ordené?
- Si, su majestad. El ejército se encuentra en filas alrededor del jardín y he mandado a varios guardias a las puertas del castillo. Todo en orden.
- Como lo esperaba... Porcus y Aix en guerra no parece lógico... ¿ha llegado noticia respecto a la razón de las invasiones?
El consejero real negó con la cabeza. El rey miró a su alrededor, después de todo quizás eran solo guerrillas. La mayoría de los invitados bailaban y otros paseaban por las veredas de los jardines contiguos, vastamente iluminados. Sus hijos y Ophelia hablaban con la reina, junto a una fuente.
- Querida, después de que el rey entregue el premio, te presentaré a tu prometido, el príncipe Nicholas de Silia. – dijo la reina tomando la mano de su hija Sofia y ésta asintió en silencio.
Ophelia de pronto recordó que había dejado a su mascota encerrada en su habitación. Era un puerquito que originalmente estaba dispuesto como su cena en año nuevo, pero ella se había negado totalmente a que lo mataran y para asegurarse de que no le pasara nada, se hizo cargo de él pues era apenas una cría. Esto último a escondidas pues dentro del castillo no se permitía tener animales. Tenía que sacarlo o despertaría a los niños.
- Olvidé algo en mi habitación... con permiso – hizo una leve inclinación que los demás respondieron y se fue caminando hacia el castillo, tarareando la música de los bailes.
En ese momento, a una señal del consejero, Veanna se acercó a una plataforma de madera dispuesta al lado de la fuente principal y sonaron las trompetas para anunciar la entrega del trofeo, y un escalofrío estremeció a Sofía. Conocer a su prometido la ponía más nerviosa de lo que quería admitir y seguía sonriendo para disimularlo.
Leonardo la rodeó con un brazo y el otro se lo ofreció a su madre y así se acercaron al rey, que se encontraba de pie sobre la plataforma, con el consejero y la ganadora a su derecha. La reina y sus hijos, se pusieron a su izquierda.
Todos los presentes se acercaron alrededor de la plataforma, el rey alzó los brazos y las trompetas dejaron de sonar. Sonrió y comenzó a hablar.
- Mi querido Ceryle... – se escucharon ruidos de tumulto a lo lejos, los cuervos posados en los árboles cercanos comenzaron a graznar - ...ha llegado el momento cumbre de esta celebración, he de entregar...
El rey dejó de hablar. Ruido de pisadas, espadas y gritos se escuchaban cada vez más fuerte. Varias personas se volteaban para intentar descubrir la fuente del sonido. Y cuando el rey se disponía a tomar la palabra de nuevo, una flecha surcó el cielo y se alojó en su corazón. El monarca se desplomó ante las miradas horrorizadas de todos los ahí presentes. Sofía vio como su padre caía y como su madre se dejaba caer abrazando el cuerpo inerte. Una flecha hirió a la reina por la espalda. Leonardo tomó a Sofía y se tiraron al suelo fuera de la plataforma.
El miedo se apoderó de todos conforme hombres de armaduras con escudos de otro reino se hicieron paso entre el ejército de Ceryle e irrumpieron en los jardines. La gente comenzó a correr, a huir desesperadamente internándose en los jardines del castillo. Gritaban y caían, cuando los alcanzaba una flecha. Los hombres tomaron las antorchas que iluminaban para defenderse y los soldados de Ceryle ya chocaban sus espadas contra los enemigos.
Leonardo desenvainó su espada y se la dio a Sofía. Sus miradas se encontraron y notaron el terror en los ojos del otro.
- Sofi, quiero que vayas por los niños y huyan lo más lejos que puedan – le dijo sujetándola por los hombros.
- No... no quiero irme sin ti – dijo ella entrecortadamente, tenía la espada en sus manos y temblaba de pies a cabeza.
Leonardo le dio un beso en la frente.
- ¡VE POR ELLOS Y HUYE! – gritó empujándola hacia el castillo.
Leonardo se volvió por última vez a ver los cuerpos de sus padres y miró a Sofía correr hacia el castillo, que volteó a verlo una vez más sin detenerse.
Eran al menos doscientos invasores que no mostraban piedad, atacando a niños, mujeres u hombres por igual. Los soldados de Ceryle peleaban y lo hacían también los hombres presentes, armados de cualquier cosa que estuviera a la mano, pero parecía que el ejército enemigo no terminaba nunca. No dejaban de integrarse más y más a la cruenta batalla. Leonardo peleó al lado de los suyos, armándose con la espada de un soldado caído.
Un hombre encapuchado se acercó a Veanna, que seguía de pie en la plataforma, ajena a todo.
- No sabía que esto fuera a ser así... – le reprochó al hombre, que no mostraba su rostro.
Él se acercó a ella y le susurró con voz suave que no permitía contradicciones.
- Limítate a hacer lo que te he pedido... – le dijo al mismo tiempo que le señalaba al consejero real, que corría gritando el nombre de su hija, buscándola desesperado.
La arquera, asintiendo, tensó su arco y disparó. El hombre sonrió complacido cuando lo vio caer. Y en cuanto reparó en los monarcas asesinados, su sonrisa se acentuó.
~
Sofía logró entrar al castillo, al salón principal, sólo para darse cuenta que su interior estaba en llamas. Escuchó los gritos de sus hermanos y ella también gritó desesperada. Tenía que llegar a ellos. Las escaleras estaban ya obstruidas por vigas que se habían desprendido del techo, aún así se las ingenió para subir hasta el primer descanso, donde se vio rodeada por las llamas, pues las cortinas del ventanal y varios cuadros estaban ya consumiéndose. No podía subir más, era tanto el humo que no podía ver ya nada. Siguió gritando los nombres de sus hermanos, llorando. Ya no se escuchaba nada. Hasta que sintió a alguien tomándola del brazo.
Era Ophelia, que la había alcanzado. Tosía y lucía aturdida. Sofía le tomó la mano y rompió el ventanal con la espada. Una ráfaga de aire entró y avivó más el fuego a su alrededor. Ambas saltaron y cayeron sin hacerse daño, no era mucha altura.
- ¡Escondámonos en el bosque! – dijo Ophelia quitándose el cabello de la cara e incorporándose.
Sofía asintió, se tomaron de las manos para no separarse y comenzaron a correr. El bosque no estaba lejos, pero tenían que cuidarse de que no las vieran y de no ser alcanzadas por las flechas y piedras que salían de todas partes. Ya habían atravesado medio jardín cuando se detuvieron de golpe, pues Ophelia divisó entre unos arbustos a su padre.
Todo color en su rostro desapareció al instante. Ni siquiera tenía voz para gritar. Se arrodilló junto al cuerpo de su padre y tocó su rostro aún tibio. Una flecha le había herido en el estómago y había alrededor de él un charco de sangre. Las lágrimas comenzaron a surcar su rostro, silenciosamente.
Sofía vio una flecha enterrarse en el suelo entre ambas. Se dio media vuelta empuñando su espada con la mano izquierda y divisó al arquero que la había disparado, preparándose para hacerlo de nuevo y detrás de él, más soldados enemigos acercándose.
- Oh no... – exclamó Sofía, acercándose a Ophelia y tocándole el hombro.
Ophelia besó a su padre en la mejilla y se puso de pie, tomando la mano que Sofía le tendía y siguieron corriendo.
No faltaba mucho para llegar al bosque, pero se les hizo eterno. Los soldados que las seguían habían sido interceptados por soldados de Ceryle. Mientras seguían corriendo, flechas pasaban a su lado y se oían gritos de los que eran heridos y niños llorando. Justo antes de llegar a los límites de los jardines, un soldado enemigo les cortó el paso. Sofía puso a Ophelia detrás de sí y peleó contra el soldado. Éste le hirió un costado casi inmediatamente, Sofía estaba muy nerviosa. Se llevó la mano derecha a la herida y siguió defendiéndose y en cuanto tuvo oportunidad cercenó la mano con la que el soldado sostenía su espada. Éste cayó indefenso, gritando de dolor.
Sofía buscó a Ophelia con la mirada y la vio, entre dos árboles de gruesos troncos, abriendo espacio entre las intrincadas ramas y raíces. Pero no podía ver como lo hacía. Para cuando se acercó a ella, ambas podían pasar, así que entraron y comenzaron a internarse en la oscuridad, perdiéndose de vista.
Los soldados enemigos se marcharon tan rápido como habían llegado. El hombre encapuchado y Veanna ya no estaban ahí tampoco.
Sumido en el silencio, el castillo y sus jardines se consumían en llamas y todo lo que quedaba de la celebración eran cuerpos sin vida.
Sofía buscó a Ophelia con la mirada y la vio, entre dos árboles de gruesos troncos, abriendo espacio entre las intrincadas ramas y raíces. Pero no podía ver como lo hacía. Para cuando se acercó a ella, ambas podían pasar, así que entraron y comenzaron a internarse en la oscuridad, perdiéndose de vista.
Los soldados enemigos se marcharon tan rápido como habían llegado. El hombre encapuchado y Veanna ya no estaban ahí tampoco.
Sumido en el silencio, el castillo y sus jardines se consumían en llamas y todo lo que quedaba de la celebración eran cuerpos sin vida.
Fin del Capítulo 2
Chapter 2
At the end of the dinner, dozens of servants hurried to clean the tables and to withdraw them to widen the space at the center of the garden. The dances would resume. The first one was begun by the kings followed by their children and the courtiers.
- Was it completely necessary to come armed to the dance? - Sofia complained since while dancing with her brother, the sheathed sword was hindering. - you weren't with it before the banquet -.
- That's because I was dancing with mom. - He looked at her as if it were the most obvious thing in the world. - The troops are on guard, it's my duty to be on guard as they are.-
- Do you know why the king has stated it like this? - They always spoke of their father in that manner. - Does he ever give them a rest? -
Leonardo started laughing and they continued dancing. By the end of a few dance pieces, the kings withdrew. The king came by his counselor, who was dancing with Ophelia and took him aside.
- Have you set out everything just as I ordered? -
- Yes your majesty. The troops have fallen over the garden and I've sent several guards to the castle gates. Everything is in order.-
- Just as I expected, Porcus and Aix, in war doesn't seem logic. Has there been any news to whether the reason of the invasions?-
The royal counselor denied it with his head. The king looked at his surroundings; maybe they were small struggles after all. Most of the guests danced and others walked around the paths of the adjoining gardens, vastly illuminated. His children and Ophelia talked with the queen, besides the fountain.
- Dear, after the king gives out the prize, I'll introduce you to your fiancé, prince Nicholas from Silia - Said the Queen as she took her daughter Sofia's hand, and she agreed in silence.
Ophelia suddenly remembered she had left her pet locked in her room. It was a little pig that was originally disposed as a new year's dinner, but she had terminantely denied to it's killing and to make sure that nothing would happen to it, she took care of it, as it was still young. This last thing being secretly since animals weren't permitted inside of the castle. She had to take it out, or it would wake up the kids.
- I forgot something in my room... excuse me - she gave a small bow which was responded by the rest and she started walking towards the castle, humming the songs from the dances.
At that moment, to a signal of the counselor, Veanna approached a wooden platform placed besides the main fountain and sounded the trumpets to announce the handing of the trophy, and a shiver shuddered Sofia. Meeting her fiancé made her more nervous than what she wanted to admit and she kept smiling to conceal it.
Leonardo surrounded her with an arm and offered the other one to his mother and this way they approached the king, who was standing on the platform, with the counselor and the winner to his right. The queen and their children, standed by his left.
Everyone surrounded the platform, the king heaved his arms and the trumpets stopped their sound. He smiled and began to speak.
- My beloved Ceryle... – noises coming from a commotion afar could be heard, the crows posed in the near trees began to squawk - ...the peak of this celebration has arrived, and now it's time to deliver...
The king stopped speaking. Noise from footsteps, swords and cries could be heard increasingly. Several people turned their heads trying to discover the source of the sound. And when the king was about to take word again, an arrow crossed the sky and lodged in his heart. The monarch plumetted in front of the horrified looks of everyone present. Sofia saw as her father fell and how her mother fell while embracing the motionless body. An arrow injured the queen by the back. Leonardo took Sofia and fell to the floor out of the platform.
Fear took over as armored men with shields of another kingdom made way between the army of Ceryle and bursted into the gardens. People began to run, desperately trying to escape going deep into the gardens of the castle. They shouted and fell, when an arrow struck them.
The men took the torches that lit to defend themselves and the soldiers of Ceryle already crashed their swords against the enemies. Leonardo took out his sword and gave it to Sofia. Their gazes met and sensed the terror in the eyes of one another.
- Sofi, I want you to go for the kids and escape as far as you can – he said taking her by her shoulders.
- No... I don't want to go without you – she stuttered , she had the sword in her hands and shivered from her feet to her head.
Leonardo gave a kiss on her forehead.
- TAKE THEM AND RUN! - He said as he pushed her towards the castle.
Leonardo turned to take a last look on their parents and watched Sofia as she ran towards the castle who looked at him for one last time, without stopping.
There were at least two hundred invaders who showed no mercy, attacking children, women and men all the same. The soldiers of Ceryle fought as did also the present men, armed with anything that was to be at hand, but it seemed that the enemy’s army was never endless. More and more kept increasing the number of the bloody battle. Leonardo fought by the side his army, arming himself with the sword of a fallen soldier.
A hooded man approached Veanna, who was still standing on the platform, foreign to everything.
- I did not know that this was to be like this... – She reproached the man that did not show his face.
He approached her and whispered at her with a soft voice that did not allow contradictions.
- Limit yourself to what I have asked you... - He said, as he pointed at the royal counselor, who ran while yelling her daughter's name, searching her desperately.
The archer, nodding, tightened her arch and shot. The man smiled pleased when he saw him fall. And as soon as he saw the fallen monarchs, his smile stressed.
- Limit yourself to what I have asked you... - He said, as he pointed at the royal counselor, who ran while yelling her daughter's name, searching her desperately.
The archer, nodding, tightened her arch and shot. The man smiled pleased when he saw him fall. And as soon as he saw the fallen monarchs, his smile stressed.
~
Sofia tried to go inside the castle, to the main hall, only to see that it's interior was burning. She listened to her brother's cries and she too shouted in despair. She had to get to them. The staircases were already obstructed by beams that had fallen off the ceiling, even though she managed to go up until the first landing, where she saw herself surrounded by flames, since the curtains from the large windows and several paintings were already consuming.
She couldn't go up any further, there was too many smoke that she couldn't see anything. She kept shouting her brother's names, crying. She couldn't hear anything anymore. Until she felt someone take her by the arm.
It was Ophelia, she had reached her. She coughed and looked dazed. Sofia took her hand and broke the window with her sword. A rush of air went in and flared up the flames around them. Both jumped and fell without harm, there wasn't much height.
- Let's hide in the forest! - Said Ophelia taking her hair off her face and incorporating herself.
Sofia nodded, and took her hand so they wouldn't separate and began to run. The forest was not far, but they had to be careful that no one saw them and no arrow or rock hit them, from the ones that were flying from everywhere. They had already crossed half of the gardens when they stopped abruptly, Ophelia saw between some bushes her father.
All color from her face disappeared instantly. She didn't even have enough voice to scream. She kneeled besides her father body and touched his still warm face. An arrow had injured him in the stomach and there was a puddle of blood around him. Tears started streaming down her face silently.
Sofia saw an arrow bury in the soil between them. She turned around gripping her sword with her left hand, and saw the archer that had shot preparing to do it again and behind him, more enemy’s soldiers approaching.
- Oh no... - exclaimed Sofia, reaching Ophelia and tapping her shoulder.
Ophelia kissed her father on his cheek and stood up; taking the hand that Sofia had stretched out for her and continued running.
It wasn't long till they reached the forest, still it seemed everlasting. The soldiers that followed them were intercepted by soldiers of Ceryle. While they continued running, arrows flew by their sides and cries were heard of those who were injured and children crying. Just before arriving to the limits of the gardens, an enemy soldier cut their way. Sofia moved Ophelia behind herself and fought against the soldier. He injured her side almost immediately, Sofia was very nervous. She took her right hand over her wound and continued defending herself and just as she had the chance she cut off the soldier's hand with her sword. He fell defenseless, shouting in pain.
Sofia looked around for Ophelia, and then she saw her, standing in between two thick trees, making way through intricate vines and branches. But she couldn't see how she was doing it. By the time she got near her, both of them could already pass through, so they did and they began going deep in the dark, getting lost of sight.
The enemy’s soldiers took off as fast as they had arrived. Neither the hooded man nor Veanna were there anymore.
Sofia looked around for Ophelia, and then she saw her, standing in between two thick trees, making way through intricate vines and branches. But she couldn't see how she was doing it. By the time she got near her, both of them could already pass through, so they did and they began going deep in the dark, getting lost of sight.
The enemy’s soldiers took off as fast as they had arrived. Neither the hooded man nor Veanna were there anymore.
Lost in silence, the castle and it's gardens consumed in flames and everything that was left from the celebration were lifeless bodies.
End of Chapter 2
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