Ophelia suspiró exhausta y limpió las lágrimas de su rostro con la manga de su vestido. Permaneció inmóvil, observando a su alrededor y pasando la mano por su frente como para borrar las imágenes de lo recién vivido.
Ninguna había pronunciado palabra desde que se habían escapado. Por sus mentes no cruzaba otra cosa que no fuera lo que acababa de suceder, una y otra vez, sin que fueran capaces de asimilarlo.
Sofía, detrás de ella, dejó caer la espada de su hermano. Sentía que no tenía fuerza como para dar un paso más. El dolor que le causaba la herida no le permitía respirar bien. Se había vuelto insoportable desde hace rato, pues al principio estaba tan concentrada en correr que no lo había sentido.
Ophelia, al escuchar la espada caer, se volvió hacia ella y la miró horrorizada. Incluso a la luz de la luna, Sofía se veía pálida, y miraba sus manos un tanto confundida. Apartó la mirada de sus manos ensangrentadas y sus ojos encontraron los de Ophelia, que dudaba si acercarse o no, pues no tenía idea de que hacer. Una mancha oscura se extendía por su vestido, y por más que Sofía presionaba la herida con sus manos, no dejaba de sangrar.
~
El hombre encapuchado esperaba sentado en un carruaje, mientras sus hombres terminaban de alistar a los caballos para marcharse. Veanna lo miraba impaciente.
- Haré que te lleven. – le dijo con cierto desdén al reparar en la insistente mirada de la arquera. – tú – le dijo a un soldado que acababa de ensillar su caballo – llévala donde Hallacair.
El soldado asintió, subió a su caballo y Veanna al suyo. Desde el carruaje, el hombre los vio perderse en la oscuridad, y volvió la mirada a su acompañante, el príncipe Nicholas, ileso, que lo miraba nervioso.
- Aún no me ha dicho que hará conmigo... ¿me dejará regresar a Sialia?
- Eso sería un favor... lo cual significa que tú quedarías en deuda conmigo.
El príncipe Nicholas asintió, dudando unos momentos antes de hacerlo. El hombre encapuchado mostró su rostro y se presentó como Adirael. Le sonrió.
Veanna sentía el viento golpear su cara y mover su cabello. Ya habían recorrido gran distancia y aún no veía nada que no fuera bosque. Estaba determinada a encontrar a Hallacair, costase lo
que costase. Cabalgaba detrás del soldado, que la conducía por un sendero accidentado. Sin previo aviso, el soldado se detuvo. Cuando Veanna se detuvo confundida junto a él, sintió un golpe en la cabeza que la hizo caerse del caballo.
Aturdida miró desde el suelo al soldado alejarse con ambos caballos, dejándola sola en medio de la oscuridad. Maldijo en voz alta, sin recato alguno. Se cercioró de que su arco y carcaj siguieran colgados de su espalda e intentó incorporarse sin mucho éxito pues, debido a la caída, uno de sus tobillos había quedado en una posición dolorosamente anormal. Volvió a incorporarse, esta vez sosteniéndose de un árbol, y se internó en el bosque en busca de un lugar donde descansar.
Conforme sorteaba ramas y raíces, sentía que le hervía la sangre, agolpándose en sus sienes. La habían traicionado. Había matado para nada. Mientras avanzaba con dificultad, notó que el tobillo lastimado comenzaba a inflamarse, haciéndole más difícil desplazarse. Sumida en la oscuridad, divisó a lo lejos sombras moviéndose. No sabía si era producto de su imaginación o no, pero se dirigió hacia esa dirección.
~
Sofía sentía desvanecerse. Oía la voz de Ophelia explicándole algo, pero no distinguía las palabras de lo rápido y atropellado que hablaba. Se aferraba a la espada clavada en el suelo para sostenerse en pie. Ophelia, al notar que era en vano explicarle lo que iba a hacer, decidió simplemente hacerlo.
- Espérame aquí, Sofi. No tardaré – le dijo, mientras sujetaba su largo cabello con un listón que traía atado a la muñeca.
Se apartó un poco y con sus manos, comenzó a trazar en el aire una serie de movimientos. Y frente a ella, los arbustos y raíces trazaban a su vez estos movimientos, entretejiéndose formando un muro, y para hacerlo más alto, añadió las ramas de los árboles.
Era un don que Ophelia había heredado de su madre y que su padre tanto se empeñó en ocultar, pues de ser descubierto tendría el mismo final que su madre, en la hoguera. Y ahora, pensaba Ophelia, al fin podría usarlo para hacer algo útil.
Su intención era adecuar un espacio oculto entre los árboles para poder recostar a Sofía y que en caso de que alguien llegara al mismo claro, se mantuvieran ocultas. Siguió alzando muros de arbustos y raíces, delimitando un amplio círculo. Al principio todas las ramas se rompían y no sostenían la estructura, pues las forzaba demasiado, era la primera vez que usaba su habilidad de esa manera. Ocupada en su labor, se alejó perdiéndose de la vista de Sofía, que permanecía de pie, observando todo sin terminar de comprenderlo y demasiado cansada como para decir algo.
Después de mucho esfuerzo y dejar caer varias ramas, Ophelia había logrado alzar un refugio entre los árboles, no era cómodo pero al menos tendrían la seguridad de no ser vistas. Los muros eran tan gruesos que no veía a Sofía a través de ellos así que comenzó a rodearlos para regresar a donde la había dejado, cuando escuchó un murmullo de hojas tras de sí. Se estremeció al recordar que nunca se había vuelto a ver a los que se habían atrevido a entrar al bosque. Al buscar con la mirada la fuente del sonido y no encontrar nada, se tranquilizó a si misma pensando en que quizá había sido sólo el aire.
Siguió caminando y volvió a escuchar ruido, esta vez más cerca. Se detuvo. El miedo la hacía temblar. Giró sobre sus talones y se encontró cara a cara con una joven. Ambas estaban demasiado sorprendidas como para hablar. El aspecto de la joven era descuidado, había ramas entre su cabello. Vestía de manera sencilla y una capa cubría sus hombros. Ophelia gritó asustada y cerró los ojos, pero al darse cuenta de que estaba bien y de que no le había hecho nada, los abrió. La joven ya se había alejado unos pasos y estaba de espaldas a ella.
- Es... espere, por favor. – la joven siguió caminando, ignorándola – ¡por favor! ¡Sofía esta herida! – Ophelia procuraba sonar firme, pero su voz temblaba un poco – tiene que ayudarla, ¡por favor!
La joven se detuvo y volteó a verla, mirándola con recelo. Ophelia la miró a los ojos. Tenía miedo, pero temía más perder también a Sofía. No había huido solo para verla morir en medio del bosque.
- Por favor... – se acercó unos cuantos pasos- mataron a todos... estamos solas...
La joven no contestó, pero tampoco hizo algún movimiento. Ophelia estaba a un paso de ella y en un arrebato de desesperación, la tomó del brazo sin darle tiempo de reaccionar y la llevó a Sofía, apartando ramas y arbustos del camino para llegar pronto.
Pero Sofía ya no estaba sola. Permanecía de pie, comenzando a preocuparse porque no veía a Ophelia regresar, cuando escuchó algo acercarse a su izquierda. Su corazón comenzó a acelerarse. Empuño la espada y se preparó para defenderse, amenazando con la espada a lo que estaba frente a ella. Para su sorpresa, era Veanna que a su vez había ya tensado su arco con una flecha y le estaba apuntando, a unos cuantos pasos. Al reconocerse, bajaron las armas. Las habían presentado durante el banquete.
Sofía se derrumbó. Sus piernas ya no la sostenían, la continua pérdida de sangre la había debilitado. Veanna, sin pensarlo dos veces, la sostuvo. Al tener que apoyarse en ambos pies, ahogó un grito de dolor, pero eso no impidió que siguiera sujetándola.
Fue en ese momento que Ophelia llegó acompañada de la joven, la cual se liberó de ella notablemente enfadada. Pero al ver la escena su actitud cambió de inmediato, se acercó a Sofía y tomó uno de sus brazos para que se apoyara en ella, para después recostarla en el suelo cuidadosamente. Ophelia, reaccionando, se acercó a ofrecerle un brazo a Veanna, que intentaba mantenerse en equilibrio.
Sofía comenzaba a perder la conciencia y su mirada iba nerviosamente de Ophelia a la joven, y se sobresaltó cuando ésta rasgó la falda de su vestido, utilizando los jirones a modo de vendajes.
Cuando terminó, Sofía estaba aún sorprendida, pero un tanto aliviada. La joven se puso de pie y se alejó unos pasos.
- Espera, ¿nos vas a dejar aquí? – preguntó Veanna desconcertada. – ¡no puedes hacerlo!
- Por...por favor, no...no nos deje– exclamó Ophelia nerviosa – no... no tenemos a dónde ir...
La joven seguía mirándolas indecisa. Sus ropas y rostros estaban raspados por las ramas que las habían arañado al haber caminado por el bosque. No estaba precisamente conmovida, pero tampoco era insensible.
- Sólo una noche – dijo no muy convencida.
Ophelia suspiró aliviada y ayudó a Sofía a incorporarse. Lentamente, siguieron a la joven por el bosque, hacia el norte. Ophelia iba despejando el camino, Veanna se iba apoyando en los árboles y Sofía iba de su brazo.
No habían caminado mucho cuando encontraron una cabaña, oculta entre los árboles. Su interior era agradable, aunque se notaba que sólo vivía una persona ahí, pues no había muchos muebles y era una sola habitación. Lo que abundaban eran repisas llenas de frascos, de formas tan diversas como sus contenidos, así como velas que iluminaban el lugar.
Ophelia tendió a Sofía en el suelo al no haber más espacio disponible y se sentó junto a ella. Veanna se dejó caer en una silla de madera.
- Hay que limpiar esa herida... – dijo la joven mirando a Sofía – voy a necesitar tu ayuda – le dijo a Ophelia.
Ophelia asintió y se puso de pie. Veanna se quitó la bota para examinar su tobillo. La joven entrecerró los ojos al verla, pero no dijo nada. Tomó un cuenco de madera y comenzó a revolver cajones y repisas, sacando frascos y recipientes cuyo contenido vertía en él. Al terminar, tomó una navaja y se sentó junto a Sofía, dejando el cuenco a su lado. Quitó el vendaje improvisado y
rompió más el vestido para dejar la herida descubierta.
- Ve al pozo y llena esa cubeta con agua – le dijo a Ophelia, señalándole la cubeta.
Ophelia la tomó y cruzó la puerta, quedándose de pie observando alrededor en busca del pozo.
- A la izquierda... – le dijo la joven, como si fuera algo obvio mientras, a falta de vendajes, cortaba otra sección de la falda del vestido de Sofía.
- ¿No pensarás dejarla desnuda o sí? – le preguntó Veanna un tanto preocupada.
- ¿Prefieres que use tu ropa para vendarla? – contestó la joven mordazmente. Veanna refunfuñó y se quedo callada.
Ophelia regresó cargando con dificultad la cubeta llena, que dejó a un lado de la joven antes de sentarse junto a Veanna.
- ¿Veanna, verdad? – se aseguró Ophelia. Al asentir ésta, preguntó - ¿Cómo... cómo lograste escapar?
- Tomé un caballo y huí – contestó Veanna, prefiriendo no contar nada respecto a lo sucedido realmente. – pero en el camino, me caí y el caballo siguió de largo.
- Necesito que traigas un par de ramas cortas – pidió la joven mientras terminaba de limpiar la herida de Sofía y colocaba sobre ella la mezcla que había preparado.
Asumiendo que se dirigía a ella, Ophelia asintió y salió de nuevo. Veanna apoyó su cabeza en el respaldo de la silla y cerró los ojos por un momento. Quería recordar la cara del hombre que la había engañado y a la vez pensaba en el que buscaba.
La joven terminó de vendar a Sofía, que permanecía en silencio con la mirada perdida. En su cabeza resonaban los gritos de sus hermanos. Ophelia entró con un par de ramas gruesas y la joven se puso de pie, acercándose a Veanna y examinando el tobillo.
- Sólo está torcido – observó – es cuestión de inmovilizarlo...
- Traje estas ramas, señora – le contestó, dándoselas.
La joven frunció el ceño cuando la escuchó dirigirse a ella de esa manera. No era mucho mayor que ellas. Veanna esbozó una sonrisa burlona al ver su gesto y quiso preguntarle su edad pero decidió quedarse callada pues no le parecía que estuviera dispuesta a hablar de sí misma, ni siquiera sabían su nombre.
Después de sujetar ambas ramas a los lados del tobillo con un listón que Ophelia desprendió de su vestido, la joven comenzó a apagar las velas.
- Si quieren agua, saben en donde está el pozo – dijo después de darles sábanas. – acomódense donde puedan y no hagan ruido – añadió antes de acostarse en su cama, al fondo de la habitación.
- En esta silla estoy bien – se apresuró a decir Veanna, dejando su arco y flechas en el suelo junto a ella – sólo apoyare mi pie aquí... – dijo subiéndolo encima de un baúl y cerrando los ojos.
La joven frunció los labios en un gesto de desaprobación, pero se abstuvo de decir algo, pensando en que al día siguiente se marcharían y no volvería a verlas.
Ophelia apagó las últimas velas encendidas y se acomodó junto a Sofía en el suelo, apoyando la cabeza en su brazo, quedándose dormida casi de inmediato. Estaba exhausta.
Fin del Capítulo 3
Chapter 3
Sofia and Ophelia had been walking for a long time without a fixed course, one after the other, walking through where they could make way, until they reached an open space, dimly lit by the moonlight.
Ophelia sighed exhausted and cleaned the tears from her face with the sleeve of her dress. She remained motionless, looking around them and rubbing her hand over her forehead as if to erase the images from the newly lived.
Neither of them had spoken a word since they had escaped. Nothing crossed their minds if not other than what had just happen, again and again, without being able to assimilate it.
Sofia, behind her, dropped her brother’s sword. She felt that she had no strength to go one step further. The pain caused by the wound did not allow her to breathe properly. It had become unbearable for some time, since at the beginning she was so concentrated on running that she hadn’t felt it.
Ophelia, when listening the sword fall, turned toward her and looked at her horrified. Even in the moonlight, Sofia looked pale and she looked at her hands a bit confused. She took her gaze off her bloodstained hands and her eyes met Ophelia’s, who doubted whether or not to approach her since she had no idea what to do. A dark stain stretched out on her dress, and even though Sofia pressured the wound with her hands, it didn’t stop bleeding.
~
The soldiers were finishing pilling up the corpses, for they would be burned later. The survivors, those wounded by the battle and those burned, were lying on the floor without anyone paying attention.
The hooded man was sitting in a carriage waiting, while his men finished preparing the horses so they could leave. Veanna looked at him impatient.
- I’ll have them take you. – He said with a certain disdain to repair for the insistent gaze from the archer. – You – he said to a soldier that had just finished saddling his horse. – Take her to Hallacair.
The soldier agreed as he climbed unto his horse and Veanna unto her own. From the carriage, the man saw them lose themselves in the darkness, and returned his glance to his companion, Prince Nicholas, unharmed, who looked at him nervously.
- You still haven’t said to me what you’ll do with me…will you let me go back to Sialia?
- That would be a favor… which means that you would be left in debt with me.
Prince Nicholas agreed, doubting for a few moments before accepting it. The hooded man showed his face and he introduced himself as Adirael. He smiled at him.
Veanna felt the wind strike her face and shift her hair. They had already traveled great distance and she hadn’t seen anything but forest yet. She was certain to find Hallacair, no matter at what cost. She rode behind the soldier, who led her through a rough footpath. Without previous warning, the soldier stopped. When Veanna stopped next to him confused, she felt a blow in the head that made her fall off the horse.
Stunned, she watched from the ground as the soldier rode away with both horses, leaving her alone in the middle of the darkness. She cursed aloud, without holding back. She made sure that her arch and case were still hung from her back and tried to get up by herself without much success, since due to the fall, one of her ankles had been placed in a painfully abnormal position. She got herself back up again, but his time holding herself up with a tree, and she went into the forest in search of a place where to rest.
As she continued in between branches and roots, she felt her blood boil within her, crowding at her temples. They had betrayed her. She had killed for nothing. While she continued with difficulty, she noticed that the damaged ankle began to get swollen, making it more difficult to move. Sunk in darkness, she saw shades moving at a distant spot. She did not know if it was product of her imagination or not, but she went towards that direction.
~
Sofia felt herself vanish. She heard Ophelia’s voice explaining something to her, but she could not distinguish the words because of the quickness in which she spoke. She clung herself to the sword that was nailed in the ground to maintain herself up. Ophelia, when noticing that it was in vain to try to explain to her what she was going to do, she simply decided to do it.
- Wait for me here, Sophie. I won’t be long - she said to her, while she held her long hair with a ribbon that was tied to her wrist.
She walked further away and with her hands, she began to draw up in the air a series of movements. And in front of her, the shrubs and roots drew up these movements as well, intertwining themselves forming a wall, and to make it higher, she added the branches from the trees.
It was an ability that Ophelia had inherited from her mother and which her father insisted on hiding, because of her being discovered she would have had the same end as her mother, in the bonfire. And now, Ophelia thought, she could finally use it to do something useful.
Her intentions were to adapt a hidden space between the trees so she could be able to lay Sophia down and that in case that somebody arrived at the same area they where sure to be maintained hidden.
She continued raising walls out of shrubs and roots, delimiting a wide circle. At the beginning all the branches broke and they could not maintain the structure, because it was being forced too much, it was the first time that she used her ability that way. Occupied in her work, she moved away loosing herself out of Sofia’s sight, who remained standing up, observing everything without finishing understanding it and too tired to saying something.
After much effort and dropping several branches, Ophelia had managed to raise a refuge between the trees, it was not comfortable but at least they would have the security of not being seen. The walls were so thick that she could not see Sofia through them so she began to surround them to return to where she had left her, when she heard a murmur of leaves behind herself. She shook when she remembered that they had never turned back to see those who had been so bold as to enter forest. When looking with a quick look the source of the sound and not finding anything, she tranquilized herself thinking that perhaps it had been only the air.
She continued walking and she heard the noise again, this time closer. She stopped. The fear made her shake. She turned on her heels and was now face to face with a young person. Both too much surprised to speak. The aspect of the young girl was neglecting, as there were branches between her hairs. She was dressed in simple way and a cape covered her shoulders. Ophelia shouted scared and closed her eyes, but when noticing that all was well and she hadn’t done anything to her, she opened them. The young girl had already walked away several steps and had her back to her.
- Wa…Wait!! Please. - The young girl kept walking, ignoring her. – Please! Sofia is hurt!! – Ophelia tried to sound as firm as possible, but her voice was quivering. – You’ve got to help her! Please!
The young girl stopped and turned around to see her, looking at her with distrust. Ophelia looked at her in the eye. She was scared, but she feared even more to lose Sofia also. She had not fled just to see her die in the middle of the woods.
- Please…- she came a few feet closer – They’ve killed everyone… we’re alone…
The young girl did not answer, but didn’t make any movement either. Ophelia was a step away from her, and in a desperation fit, she dragged her by her arm without giving her time to react and she took her to Sofia, moving branches and shrubs out of the way to arrive sooner.
But Sofia was no longer alone. She remained standing up, beginning to worry since she did not see Ophelia returning, just then she listened something approach her at her left. Her heart began to race. She gripped the sword and was prepared to defend herself, threatening the sword to whatever was in front of her. For her surprise, it was Veanna who had also tightened her arch with an arrow and it was aiming at her, within a few steps. When recognizing each other, they lowered their arms. They had been introduced during the banquet.
Sofia collapsed. Her legs no longer maintained her; the continuous loss of blood had debilitated her. Veanna, without second thought, held her. When having to stand in both feet, she drowned a shout in pain, but that didn’t stop her, and she continued holding her.
Right then was when Ophelia arrived with the young girl, who freed herself from Ophelia, notoriously upset. But upon seeing the scene her attitude changed immediately, she approached Sofía and took her from one of her arms so that she leaned on her, so she could lay her down in the ground carefully. Ophelia, reacting, approached to offer an arm to Veanna, who tried to stay in balance.
Sofía began to lose conscience and her glance went nervously from Ophelia to the young girl, and was startled when this one tore the skirt of her dress, using the shreds of it as a bandages.
When she finished, Sofia was still surprised, but somewhat relieved. The young girl stood up and walked away a few steps.
- Wait, you’re going to leave us here? – Asked Veanna concerned – You can’t do that!
- Plea…please, don’t… don’t leave us - Ophelia exclaimed nervously. – We… we don’t have anywhere to go…
The young girl continued watching them uncertain. Their clothes and faces were scraped by the branches that had scratched them, while walking through the forest. She wasn’t exactly moved, but she wasn’t insensitive either.
- Just one night - She said, not really sure of herself.
Ophelia sighted relieved and helped Sofia get up. Slowly, they followed the young girl through the forest, towards the north. Ophelia was clearing the way, Veanna was helping herself up with the trees and Sofia held unto her arm.
They hadn’t walked much when they found a cabin, hidden between the trees. Its interior was nice, although you could clearly see that only one person lived there, because there were not many furniture around and there was only one room. But there were a great number of shelves full of bottles, of diverse forms as their contents, as well as candles that illuminated the place.
Ophelia laid Sofia on the ground since there wasn’t much more space available and she sat next to her. Veanna dropped herself on a wood chair.
- We have to clean that wound…- Said the young girl looking at Sofia – I’m going to need you help- She said at Ophelia.
Ophelia agreed and stood up. Veanna took off her boot to examine her ankle. The young girl looked at her when seeing her do this, but she didn’t say anything. She took an earthen bowl made from wood and began to go through drawers and shelves, shuffling bottles and containers whose content spilled in the bowl. When she finished, she took a knife and sat next to Sofia, and leaving the bowl to her side. She took off the improvised bandage and ripped the dress even more, to leave the wound exposed.
- Go to the well and fill the bucket with water- she said to Ophelia, while pointing at the bucket.
Ophelia took it and crossed the door, stayed there as she looked everywhere for the well.
- At the left…- said the girl, as if it where something obvious, while at the lack of bandages, she ripped Sofia’s dressed even more.
- You don’t plan on leaving her naked, do you? – asked Veanna a bit worried.
- Would you rather I use your clothes to cover her up? - snapped the girl. Veanna grumbled at kept silent.
Ophelia came back, carrying with difficulty the full bucket, leaving it beside the girl, before sitting beside Veanna.
- Veanna, right? - said Ophelia, assuring herself. When she approved, she asked – How…how did you manage to escape?
- I took a horse and fled – answered Veanna, preferring not to mention anything about what really happened.
- I need you to bring me a few pair of short branches- asked the young girl as she finished cleaning up Sofia’s wound and placing over it the mix she had just prepared.
Assuming that she was talking to her, Ophelia nodded and stepped outside again. Veanna rested her head o the chair’s back and closed her eyes for a moment. She wanted to remember the face of the one who had fooled her, and at the same time, he who sought.
The young girl finished covering Sofia up, who remained still, with a lost gaze. Her brothers’ screams resonated on her head. Ophelia entered with a few branches and the young girl stood up, and approached Veanna, examining her ankle.
- It’s only twisted – she said – we just have to immobilize it.
- I brought the branches ma’am – She answered giving them to her.
The young girl furrowed her brow when she heard her talk to her by that way. She wasn’t that much older than them. Veanna stifled a laugh as she saw her face and she was about to ask her, her age but decided to stay quiet, since it seemed this girl didn’t want to talk about anything related to her, they didn’t even know her name.
After tying up both branches, one on each side, of Veanna’s ankle, with a ribbon they tore off Ophelia’s dress, the young girl started to blow out the candles.
- If you want water, you know where the well is at- she said, after giving them some blankets. - lay there where you can, and try not to make much noise- she added before going to her own bed, at the end of the room.
- I’m fine in this chair, Veanna said quickly, leaving her bow and arrows on the floor beside her. – I’ll just rest my foot here...- she said, putting it over a trunk and closing her eyes.
The young girl pouted her lips, in sign of disapproval, but she didn’t say anything, thinking about how tomorrow they’d be gone, and she wouldn’t see them again.
Ophelia blew out the remaining candles, and lay beside Sofia on the floor, laying her head on her arm, going to sleep almost immediately. She was exhausted.
~
Flames engulfed the place. The ceiling, as well as the wall, started collapsing; broken glasses form what was left of the vials form the shelves, already consumed in flames.
End of Chapter 3
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