- ¿De qué hablas? – le preguntó Ophelia preocupada, mientras Veanna y Bril escuchaban atentas.
- Como princesa de Ceryle, no puedo dejar las cosas como están. – dijo Sofía poniéndose de pie, caminando a lo largo de la habitación repetidamente, girando el anillo en su dedo de manera automática.
- ¿Pero qué piensas hacer? – la cuestionó Veanna – para estas alturas ya se habrán apoderado del reino entero...
- ¿Pero quién? – Sofía se detuvo en seco - ¿y por qué? - su tono de voz denotaba enojo – es mi deber y derecho reclamar el trono.
Ophelia la miraba intranquila. Sabía que cuando Sofía decidía algo, era poco probable que no lo llevara a cabo.
- Entonces quieres volver a que ahora sí te maten – dijo Bril sarcásticamente – Porque no me cabe duda que es lo que harán en cuanto te vean – expresó seriamente.
Sofía y Ophelia la voltearon a ver. La primera con un gesto de exasperación y la segunda con visible preocupación.
- Sofía, sabes que eres como mi hermana, comprendo cómo te sientes y te apoyo en cualquier cosa... pero Bril tiene razón, no es razonable lo que quieres hacer – dijo Ophelia escogiendo sus palabras con cuidado.
- ¡No es que no lo haya contemplado! – Sofía les dio la espalda y tomó aire. Se volvió de nuevo hacia ellas, más tranquila – realmente necesito hacer algo. Pienso en mi familia, pienso en mi pueblo. Y es algo que yo quiero hacer.
- ¿Y si en lugar de regresar a Ceryle, fueras a algún reino aliado? – propuso Veanna, que hasta el momento se había quedado callada pensando.
- ¡Claro! – exclamó Sofía – podría ir a Sorex, siempre se ha mantenido una buena relación entre ambos reinos... – dijo más para sí misma que para las demás – ¡pediría apoyo! No veo como no pueda dar resultado.
- Pero... ¿Cómo demostrarás que eres la princesa? – preguntó Veanna.
- Con esto – Sofía le tendió la mano para que apreciara el escudo de Ceryle grabado en su anillo de oro – es la cresta familiar. Papá me lo regaló cuando cumplí dieciocho años. A Leonardo también le dieron uno, pero no como anillo, si no aquí – y mostró el mango de la espada de su hermano, a la vez que sus ojos se empañaban de lágrimas en recuerdos, aunque no se permitió derramar ni una sola y añadió – de ninguna manera permitiré que se pierda la memoria de mi familia.
Veanna al verla tan decidida, no pudo más que verse contagiada por el sentimiento. Su propia situación era incierta, tan lejos de casa. Y si bien se había alejado de su hogar por razones que ahora le parecían banales y visto envuelta en el ataque a Ceryle, lo cual la apenaba sobremanera a pesar de no haber sabido ni en que se estaba metiendo, decidió enmendar el tiempo perdido.
- Iré contigo – le dijo a Sofía que la miró sorprendida – sería imprudente que te marcharas sola. Además, siento que es lo correcto. Te acompañare para que llegues segura con los reyes de Sorex – terminó tendiéndole la mano sinceramente, que Sofía se apresuró a estrechar emocionada.
- Muchas gracias Veanna, es algo muy noble de tu parte. – le sonrió agradecida y se volvió a Ophelia – ¿vendrás tu también verdad?
- ¿Qué? Pero si yo... – la idea no la entusiasmaba en lo absoluto aunque por otro lado separarse de Sofía le parecía peor.
- Recién lo dijiste, cuento con tu apoyo y es ahora cuando lo necesito hermana... – Sofía dio en el blanco.
Ophelia se puso de pie frente a ella. Contempló su expresión y cuando sus miradas se encontraron tuvo la certeza de que ya nada sería lo mismo. La Sofía que tenía en frente poco conservaba de la joven de vida holgada y despreocupada que conocía. Ella misma ya no se sentía así. Esta vez ya no tenían en quien refugiarse, más que en ellas mismas; supo que a donde ella fuera, la acompañaría.
- ¿Qué dices Ophe? – Sofía la miraba esperanzada. Sabía que si no la acompañaba, su valor no tardaría en disiparse.
Pero sus miedos se desvanecieron cuando Ophelia asintió y la abrazó. En ese abrazo quedó sellado lo que ambas sabían y no podían expresar en palabras.
Veanna carraspeó. Cualquier muestra de sensibilidad lo atribuía casi inmediatamente a debilidad de manera involuntaria. Así había crecido.
- Bueno, entonces ¿cuándo nos vamos? – preguntó para hablar de algo más interesante a su parecer.
- No podrán ir a ningún lado mientras no puedas apoyar ambos pies sin problema – notó Bril para preocupación de Veanna.
- En una semana estará como nuevo. ¡Casi no me duele ya! – se apresuró a afirmar.
Bril asintió y se cruzó de brazos. Tenía mezcla de sentimientos ya que aunque por un lado era un alivio pensar que ya volvería a su usual rutina, por otro le había agradado convivir con otras personas. Y no por nada vivía sola, había preferido la soledad a sus congéneres por mucho tiempo, pero las jóvenes que habían entrado en su vida tan súbitamente hicieron un cambio en su rutina, para su sorpresa, agradable.
- Si piensan marcharse a Sorex, las acompañare una parte del camino. No hasta el castillo pero si al poblado más cercano– dijo Bril en un tono imperativo más que de sugerencia.
- Bril, has sido tan amable con nosotras ¿cómo podremos pagarte? – dijo Ophelia tomándole las manos.
- No es para tanto... – contestó sonriendo, apartando sus manos incómoda - voy a guiarlas fuera del bosque. No saldrían por su cuenta ni con toda la suerte del mundo.
- Está decidido entonces – dijo Sofía satisfecha – partiremos en una semana.
- Habrá que preparar provisiones... ¿haremos toda la travesía a pie? – preguntó Ophelia preocupada, mirando lo poco que quedaba de sus zapatillas.
- No. En cuanto lleguemos al primer pueblo, compraremos caballos y zapatos – afirmó Sofía.
- ¿con qué, si puede saberse? – preguntó Veanna intrigada.
- Mi vestido y zapatillas tenían detalles de oro. Los quité y junté. –contestó mientras los mostraba – junto con lo que quitemos del vestido de Ophelia y su collar, creo que tendremos suficiente para comprar lo más necesario.
- Perfecto – sonrió Veanna, entusiasmada ante la perspectiva de viajar, mientras Bril desplegaba un desgastado mapa sobre la mesa. El reino de Sorex se extendía hacia el noroeste.
- Creo que haremos una semana de viaje, si no nos detenemos mucho – calculó – una semana y media cuando mucho. Hay un pequeño poblado a poca distancia de los límites del bosque y de ahí en adelante podrán continuar solas.
- Me parece bien – asintió Sofía observando el mapa, como las demás.
En cuanto Veanna se recuperó por completo, empacaron provisiones, cuidando no ir muy
cargadas y emprendieron la travesía.
- Estoy segura de que no le darías a aquél árbol – dijo ésta última, señalando a la distancia, con tono retador.
- Como rayos no... – respondió riendo Veanna mientras disparaba y daba en el blanco- ¿ves? – añadió con orgullo.
- Mmm... pero definitivamente no creo que podrías darle al que está detrás de ese... – retó de nuevo Sofía, visiblemente divertida, mientras Veanna tensaba el arco una vez más.
- Basta ya – volteó Bril – van a acabarse las flechas con sus tonterías.
La joven bajó el arco y volvió a guardar la flecha molesta, pero permaneciendo en silencio. Siguieron caminando y al cabo de un rato, Sofía y Veanna dejaron una distancia considerable entre ellas y las primeras para platicar sin molestarlas.
- ¿Cómo decidiste marcharte de casa? – preguntó Sofía.
- Pues realmente no fue bajo circunstancias razonables. Yo me empeñé en seguir a alguien.
- ¿A quién?
- Bueno... – Veanna lucía un poco avergonzada - ...su nombre es Hallacair y se puede decir que éramos como una pareja...
- ¿Pidió tu mano? – preguntó Sofía con curiosidad.
- Que absurdo... ¡era muy pronto para eso! – contestó incómoda – pero pasábamos mucho tiempo juntos. Con nadie me llevaba tan bien como con él, nos conocemos desde hace tanto. Pero él se marchó de pronto. A estudiar al reino de Porcus, fue todo lo que me dijo. Pasado un tiempo, decidí ir con él. Encontrarlo, no sé.... no fue algo muy inteligente ahora que lo pienso.
- Si ibas hacia Porcus... ¿cómo fue que terminaste en el torneo de Ceryle?
- Verás, me encontraba ya cerca de la frontera entre Hyla y Porcus cuando en una posada me enteré del torneo. No estaba muy segura de querer entrar, no estaba en mis planes como dije desde un principio. Pero conocí a un hombre que me pidió que entrara. Bueno, no fue exactamente que me lo pidiera... no sé cómo explicarlo. Fue confuso pero creo que dije ¿por qué no? Después de todo, de habilidad no carezco. Cuando gané el torneo realmente me sentí contenta, es el primero en el que participo fuera de mi reino. Pero luego ocurrió el ataque y yo... – se obligó a detenerse, no quería contar lo que había hecho, pues incluso para ella el recuerdo parecía lejano y las razones ambiguas.
- Tuviste suerte de haber escapado con vida... – dijo Sofía ajena a la indecisión de Veanna – me alegra mucho que lo hicieras – le sonrió – no sé qué habría sido de nosotras si no nos hubiéramos topado contigo o con Bril...
- Vamos, no te pongas sentimental. Es muy pronto para esas cosas – dijo Veanna dándole una palmada en la espalda, restándole importancia – piensa mejor en lo que le dirás a los reyes de Sorex.
- Para mi hermano, todo esto sería pan comido. Él sí que estaba preparado para hacerse cargo de cualquier situación... yo en cambio no fui educada más que para casarme.
- Y sin embargo aquí estás, tomando riendas en el asunto. No debes menospreciarte.
- Sé que hago esto porque es mi deber y porque no quiero defraudar a mi familia. Pero a la vez sé que no quiero defraudarme a mí misma. Muchas veces me sentí inconforme con mi papel y ahora tengo ésta oportunidad y... no sé, no sabía que vendría tan pronto.
- Yo creo que estás lista – dijo Ophelia sin distraerse de sus movimientos para apartar ramas y arbustos. La distancia entre ellas se había acortado sin darse cuenta y habían estado escuchando su conversación.
- No me sentiría así si no estuvieras aquí – le contestó Sofía con cariño.
- Lo heredé de mi madre, y ella de la suya – contestó como si fuera lo más natural del mundo.
- ¿Y siempre lo has dominado?
- Oh no, de pequeña ni siquiera sabía que lo tenía. Fue hasta los 10 años que me di cuenta y por accidente. Papá tenía la esperanza de que yo no lo hubiera heredado, pero en ese momento decidió que nos mudaríamos como protección. No había pasado ni un año de que a mamá la ejecutaron, acusándola de brujería.
- Lamento eso... – dijo Bril temiendo haber traído malos recuerdos.
- No hay problema, casi no recuerdo nada al respecto. Me acostumbré a contar sólo con mi padre – hizo una pausa para evocar el recuerdo de su padre con cariño - Sofía, Leonardo y sus hermanos que nacieron después, se convirtieron en mi familia.
- ¿Tú sabías todo esto entonces? – le preguntó Veanna a Sofía, que negó con la cabeza - ¿Cómo fue que se mudaron al castillo? – preguntó extrañada a Ophelia.
- Bueno, es que papá era capitán del ejército de Ceryle en ese entonces y no pasó mucho
tiempo antes de que se convirtiera en el consejero real.
Veanna se detuvo en seco al escuchar estas palabras. Escenas del torneo y la noche del banquete se esclarecían en su mente. “Mata al consejero real” le habían ordenado una noche antes de la final del torneo, dándole motivos que no podía recordar. Y ella había obedecido. ¿Por qué había obedecido? ¿La habían obligado? No... Ellos le iban a dar el paradero de Hallacair a cambio... ¿pero matar a alguien? Recordaba al hombre que solo con palabras había doblegado su voluntad y nublado su sentido común por unos momentos. A fin de cuentas sólo la utilizaron, pues la dejaron a su suerte en el bosque.
Pero por más confuso que fuera todo, nada cambiaba el hecho de que ella había asesinado al padre de Ophelia.
Chapter 5
- What are you talking about? – asked Ophelia worried while Veanna and Bril watched closely.
Ophelia looked at her uneasy. She knew that when Sofia had her mind set on something, it wouldn’t be easy to make her change her mind.
Sofia and Ophelia looked back at her. The first one with a look of exasperation, while the other with a visible preoccupation.
- What are you saying Ophelia? – Sofia looked at her hopeful. She knew that if she didn’t go with her, her courage would soon be gone.
But her fears soon faded away when Ophelia shook her head and hugged her. In that hug what both of them knew was sealed without saying a word.
- Well then, when shall we part? – she asked to talk about something interesting in her way of seeing things.
- You wont’ be able top go anywhere while you can’t support yourself on both feet without a problem – stated Bril for preoccupation to Veanna.
- In a week it’ll be like new. It doesn’t hurt much anymore! – she rushed to say.
Bril nodded and crossed her arms. She had mixed feelings, because even though it was a relief to think she would go back to her normal day routine, she also felt she had liked spending time with other people. Though she had preferred living alone for a long time, the young girls who abruptly entered her life had made a change in her routine, which for her surprise, had liked.
- If you plan on traveling to Sorex, I’ll go with you for a short part of your journey. Not up to the castle, but at least the nearest town.– said Bril more in an imperative tone, than as a suggestion.
- Bril, you’ve been so kind with us, How can we ever repay you? – Said Ophelia taking her hands.
- It’s nothing really... – she answered smiling, taking her hand away from her. – I’ll guide you to the outsides of the woods. You wouldn’t ever get out, even with the best of luck.
- It’s decided then – said Sofia satisfied – we’ll take off in a week.
- We’ll have to prepare some provisions... we’ll be traveling all by foot? – asked Ophelia worried, staring at her worn out shoes.
- No. As soon as we get to the nearest town, we’ll buy horses and shoes – said Sofia.
- With what money, may I ask? – asked Veanna.
- My dress and shoes had details in gold. I took them out and collected them –she answered as she showed them – This, along with what we can take out of Ophelia’s dress and necklace, I think we’ll have enough to buy what’s most necessary.
- Perfect – smiled Veanna, enthusiastic by the idea of traveling, while Bril extend a used map over the table. Sorex’s kingdom extended unto the northeast.
- I think we’ll make a week’s worth of trip, that is, if we don’t stop too much. – She calculated – one week and a half if not. There’s a little parish near the forest’s perimeters, there on forth you can go alone.
- Seems fine by me – said Sofia nodding, while taking a look unto the map, just as the others.
As soon as Veanna healed perfectly, they packed their bags, being careful not to overload and took on the journey.
During the third day they walked in silence like most of the time. Ophelia went on front, clearing with agile movements the way through the forest followed by Bril who indicated what direction to take, without being surprised of the supernatural ability of the young girl. As few steps behind walked Veanna and Sofia.
- I’m pretty sure you wouldn’t aim at that tree – said Sofia, indicating at the distance with a challenging tone.
- What the hell not… – Veanna responded laughing while she shot and it hit the target - you see? - she added with pride.
- If you where traveling towards Porcus...How did you end up in Ceryle’s tournament?
- You see, I found myself really close to Porcus’ and Hyla’s border when in a pub, I found out about the tournament. I wasn’t really sure I wanted to be a part of it, it wasn’t in my plans as I said. But I met a man who asked me to participate. Well, he didn’t exactly ask me to participate...I can’t really explain it. It was confusing but I think I said, what the heck, after all I do have talent. When I won the tournament I really felt glad, it was the first one a participated in, outside of my kingdom. But then the attack occurred and I... – She found herself forced to stop, she didn’t want to talk about what she had done, well even for her it all seemed so distant and the reasons so unsure.
- You where lucky to come out alive... – said Sofia unknown to Veanna’s indecision – I’m really glad you could. – she smiled at her – I don’t know what would have happened to us if we hadn’t found you or Bril...
- Come on, don’t get sentimental. It’s too soon for that – said Veanna giving her a pat on her back, subtracting importance from it – you’d better think about what you’ll be saying to the kings at Sorex.
- For my brother, all of this would have been so easy. He had been prepared for any situation... where as I wasn’t educated for anything except marriage.
- And yet your here and not everyone could accomplish this.
- I know I’m doing this because it’s my duty and I don’t want to let my family down. But at the same time, I don’t want to let myself down. Alot of times I felt so unsatisfied with my role as princess and now that I‘ve got this opportunity in front of me I ... I don’t know, I didn’t expect it to happen so soon.
- I Think you’re ready – said Ophelia without distracting herself from her movements and taking out of the way bushes and branches. The distance between them had shortened without even knowing and they had been listening to their conversation.
- I wouldn’t feel like this if you weren’t here – answered Sofia kindly
- From where does your ability come from, Ophelia? – asked Bril intrigued, on their fifth day of travel.
- And you’ve always dominated it?
- Oh no, when I was little, I didn’t even know I had it. It wasn’t until I was 10 years old that I found out by accident. Dad had always hoped that I hadn’t inherited, but just then my father decided that we would move as a measure of precaution. Not even a year had passed since my mom’s hanging, on account of witchcraft.
- I’m sorry... – said Bril fearing having brought up bad memories.
- Don’t worry, I don’t really remember much. I’ve learned to rely on my father – she made a pause to commemorate her father’s memory with care – Sofia, Leonardo and their brother’s who were born after, became my family.
- You knew all of this then? – Veanna asked Sofia, who shook her head – How is it that you ended up living in the castle? – she asked towards Ophelia.
- Well, dad used to be captain of Ceryle’s army on that time and it wasn’t long before he became in the royal counselor.
Veanna stopped abruptly upon hearing her words. Scenes from the tournament cleared up her mind. “Kill the royal counselor” she had been ordered the night before the end of the tournament, giving her motives she couldn’t remember anymore. And she had obeyed. Why had she obeyed? Had she been forced? No…They were to give her the whereabouts of Hallacair in exchange…but killing someone? She remembered the man who with only his words had bent her will and fogged her common sense for a few moments. At the end, she had only been used, since they left her alone in the woods.
But even as confusing as it was, nothing would ever change the fact that she had killed Ophelia’s father.